Perro Letrado |
lágrimas rompen los odios absolutos,
el desierto del corazón abre su corteza,
surge un desvío táctil de voces soleadas.
Separados el orgullo y los prejuicios,
míseras corazas rasguñadas por el tiempo,
lastimadas todas las fuerzas abiertas,
vibraciones esperanzadoras fluyen aún lentas.
Lamento perder cada paso del reloj,
haber escuchado con agilidad y lentitud en escribir,
observar el tiempo de los lejanos rostros,
mirar los ojos para no escrutar,
sentir con la intuición y conocer el mundo.
Triste... ¡Triste banalidad!